Exportación de ajos: una empresa mendocina lleva 26 años en el negocio y es líder en Brasil.

Exportación de ajos: una empresa mendocina lleva 26 años en el negocio y es líder en Brasil.
Produce y vende afuera unos 4 millones de kilos al año; hay sobrecostos argentinos que complican la competitividad.
a Argentina compite con España por el segundo puesto en el mundo de producción de ajos, un mercado que es dominado desde mediados de los ‘90 por China. San Juan y Mendoza, la región corazón de esta economía, suman unos 2000 productores y unas 15.000 hectáreas anuales. En el 2020, según datos del Indec, el complejo participó con el 0,3% de las exportaciones totales del país; aportó US$ 174 millones, con un incremento interanual de 31,8%.
El Grupo De Marchi es una empresa familiar productora y exportadora de ajos desde 1985; fue la primera producción que tuvo y a la que, después, sumó frutas y nueces. Cuenta con una marca de ajos líder, Río Claro. Su principal mercado es Brasil, el primer consumidor mundial.
En total produce unas 400 hectáreas anuales en la zona mendocina de Valle de Uco (Tupungato, Tunuyán, San Carlos, San Rafael y Malargue); todo el ajo que hacen lo exportan -400.000 cajas anuales de 10 kilos, unos 4 millones de kilos- a Brasil como principal destino, pero también a Europa y a Centroamérica. Entregan a distribuidores que, a su vez, llegan a las góndolas.
Juan José De Marchi, fundador de la empresa, cuenta a LA NACION que no fue simple ganar mercados: “Fuimos descendientes de productores agropecuarios y eso marcó nuestra decisión. Cuando comenzamos, en 1985, era difícil exportar pero nacimos mirando hacia afuera. Arrancamos como grupo de productores, integrando un consorcio pero se fueron diluyendo esa organización”.
Repasa que -como todos los empresarios argentinos- atravesaron diferentes crisis. “Ya estamos como acostumbrados; la híper inflación de (Ricardo) Alfonsín, la exclavitud del 1 a 1 que fue muy mala para el sector exportador aunque no para otros; se hace muy complicado sostener las operaciones”, describe.
Desde hace 20 años sumaron al ajo la producción de durazno para la industria (lo exportan), viñedos (venden a bodegas) y nueces, que también destinan a Europa, Brasil y Chile. De Marchi señala que el ajo se produce en todo el mundo porque tiene un alto consumo per cápita -no en la Argentina- y que el país fue “perdiendo” destinos desde que China se convirtió en líder.
“Su oferta es a precios muy bajos y se complica competir -agrega-. En el 2000, con productores de Brasil, logramos medidas anti dumping. Fue un trabajo de las cámaras, no del Mercosur como bloque y todavía se mantiene el precio de US$7.20 la caja de 10 kilos. Es un precio que nos permite hacerle frente”.
Enfatiza que la producción del grupo se hace bajo “estrictos” controles de calidad que van desde la selección de la semilla a la llegada al cliente; esa característica es “clave” para mantenerse en el mercado internacional.
De Marchi advierte que la Argentina tiene sobrecostos que complican la competencia con otros jugadores. Por ejemplo, en lo que hace a la logística afirma que un flete Mendoza -Buenos Aires- Mendoza es “más caro” que ir a los puertos de Rotterdam o de Génova. “No tiene ningún sentido; estamos fuera de toda lógica”, enuncia.
Otro aspecto que aborda es el de los costos laborales; la producción de ajo todavía es fuertemente artesanal. La empresa ocupa 200 empleados de manera permanente y, en época de cosecha, llega a 600. “Los niveles de los aportes son altísimos, hace muy complicado mantener el costo salarial cuando lo que gana el trabajador es menos”, define.
En lo que hace a la carga impositiva, el año pasado la producción de ajo quedó eximida de retenciones. A fines de abril, la Dirección General de Aduanas estableció valores referenciales para la exportación que van desde 50 centavos de dólar hasta U$S 1,84 FOB el kilo en función de la variedad, el calibre y el destino. Se trata de una disposición que apunta a resguardar los ingresos fiscales. Los productores pidieron actualizar los valores cada temporada, para que se ajusten a la realidad del mercado.
El impuesto al cheque y el recupero del IVA fueron apuntados por De Marchi como otros puntos que quitan competitividad. “La devolución del IVA se logra a los ocho meses o un año y con una inflación del 50% como la actual, no queda nada”, grafica.
Para el empresario hay “espacio” en el mercado internacional para que la Argentina siga avanzando con su producción: “Con una reforma laboral, con la posibilidad de que podamos conseguir créditos a largo plazo, no tendríamos freno; el aparato productivo es muy bueno”.
Fuente: La Nacion