Especialista en Comercio Exterior (UNR), contador y despachante
Demasiado control lleva al… descontrol
Los múltiples tipos de cambio y las restricciones conllevan dos tentaciones: para los exportadores, subfacturar, y para los importadores, sobrefacturar; por qué mejorar la competitividad es clave
Recuerdo un capítulo de Los Simpson en el que Homero trabajaba en la casa. Al prender la computadora, esta decía “para empezar pulse cualquier tecla”. Homero balbucea: “Veo ‘Ctrl’, veo ‘Esc’, pero no veo ‘cualquier tecla’”. Abrumado por la cantidad de opciones y avanzando pantalla a pantalla, provoca una explosión en el núcleo de la planta en la que trabaja. Es un ejemplo sencillo de cómo la complejidad puede ser contraproducente. A veces, demasiado control es descontrol.
Una vez reimplantado el control de cambios a fines del año pasado, fundamentalmente desde la vuelta del Sepaimpo (Seguimiento de Pagos de Importaciones, comunicación “A” 6818) y de la obligación de ingresar y liquidar divisas por el lado de las exportaciones (comunicación “A” 6770), el país reemprendió el camino de los tipos de cambios múltiples.
Hoy un empresario que abre el galpón con la difícil tarea de producir y exportar recibe casi $60 por cada dólar de ventas al exterior. Según sea el producto que se exporta, se le detraen los derechos de exportación que le correspondan. Se ha puesto de moda hablar de un dólar queso ($57), dólar soja ($40) y dólar carne, entre otros.
En lo personal, creo que son cuestiones separadas. Una cosa es lo que el mercado de cambios, con el Banco
Central como entidad supervisora, paga por nuestros dólares, y otra muy distinta es el impuesto que recauda la Aduana desde la órbita de AFIP en concepto de derechos de exportación, por más que todo vaya o venga de la misma billetera.
Si con el mismo criterio que detraemos retenciones dispares a distintos productos hiciéramos lo mismo contemplando otras variables como los reintegros de exportación, o aranceles de importación diferentes, nos volveríamos literalmente locos y tendríamos infinitésimos tipos de dólar para cotizar. No me parece.
Por el alcance y su impacto me parece que es una excepción válida a lo antedicho separar el precio que pagamos por los dólares como turistas o ahorristas al incluir el impuesto del 30% fijado por la Ley 27.541, conocida como la ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva. Actualmente.
Ese gravamen a la compra de dólares para atesoramiento y a las adquisiciones en el exterior canceladas en pesos deja a este tipo de cambio con una cotización de casi $82 sin derecho a computar contra el impuesto a las ganancias o bienes personales, como sucedía unos años atrás.
En cuanto al dólar ahorro, el límite mensual de compra de US$200 vigente desde octubre de 2019 (comunicación “A” 6815/19), no hace sino darle fuerza al dólar paralelo, que sigue acortando la brecha con el dólar “solidario”. Para completar el abanico de cotizaciones hay que recordar que los importadores también acceden al dólar de $60 para pagar sus importaciones y que existen variantes como el contado “con liqui”, al que se accede a través de la compraventa de activos financieros, y que tiene una cotización por encima del dólar “solidario”.
A más control, más controles
Querido lector, voy a ser sincero. Sobre la base de mi trabajo de todos los días y de la experiencia empecé a escribir estas líneas prejuiciosamente.
Pretender controlar que parte de los dólares en este país se compren a $80 y otra parte a $60, entre otras variantes, me recuerda que en pleno dólar turista y ahorro del segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner, el gobierno debió barajar y dar de nuevo (RG AFIP 3450/13) la normativa vigente por haber detectado “comportamientos defraudatorios en la tramitación de operaciones de sectores vinculados a la adquisición de moneda extranjera, principalmente con los códigos vinculados al turismo, serias irregularidades y conductas defraudatorias por parte de entidades financieras y cambiarias, en particular casas de cambio y agencias de turismo y viajes” y “operaciones concertadas de manera irregular por parte de entidades que funcionaban como verdaderos ‘fugaductos’ de moneda extranjera del mercado cambiario oficial que dieron origen a acciones judiciales por violación al régimen penal cambiario y a la normativa relativa al lavado de dinero”, se detalla en la resolución.
A más controles, se necesita más control para controlar los controles. Con un dólar legitimado por la sociedad cerca de los $82, ¿qué motivación puede tener un exportador a vender los suyos a $60? No creo que este sea un buen camino a la larga y sí es el caldo de cultivo ideal para fugar capitales.
Por el lado de las exportaciones, la tentación es la subfacturación, cobrar afuera y vender en el mercado paralelo con una ganancia instantánea del 25%. Por supuesto que existen normas de precios de transferencia pero volvemos a la idea de más controles para controlar.
Y por el lado de las importaciones la tentación es sobrefacturar, sobre todo en rubros de aranceles bajos o nulos (como el de algunos productos tecnológicos o beneficiados por acuerdos comerciales), accediendo así por $60 a lo que la mayoría de las personas paga a $80. Por el lado de todo lo demás, intentar acceder al dólar oficial y venderlo en el mercado paralelo.
No me bastaba fundar esta columna solo con la opinión de un ignoto columnista como me considero. Dicen Felipe Larraín y Jeffrey Sachs en el libro Macroeconomía en la economía global: “Los tipos de cambio más bajos para las exportaciones tradicionales tienen dos objetivos: controlar el costo de los bienes de consumo básicos y crear una fuente de ingresos para el Estado. En realidad este tipo de políticas distorsionan los flujos comerciales y rara vez sirven para un propósito válido”.
Y agregan: “Los tipos de cambio múltiples tienden a ocasionar graves problemas en la asignación de recursos, ya que algunas actividades resultan más rentables que otras, con base en ventajas puramente artificiales”.
Enfocarse en la competitividad
Si queremos más dólares, no basta con restringir la demanda. Tenemos que exportar más y tenemos que importar un poco menos de lo que exportamos. Pero eso implica un trabajo fino.
Hay quienes sostienen desde la óptica de las Ventajas Comparativas Reveladas que el camino es promover los sectores que necesitan ese empujoncito para ser superavitarios (con menos derechos de exportación, con mejores estímulos, con aranceles mas altos y barreras técnicas) y obtener un poco más de recursos de sectores que tienen mayores ventajas (como los productos primarios clásicos).
Mientras que en sectores como el tecnológico, donde las desventajas son considerables se podría pensar en tener políticas más laxas que hagan ingresar estos productos con competitividad al proceso productivo. No un tipo de cambio múltiple que distorsione la economía sino políticas de inserción basadas en la competitividad de cada sector, a la medida de nuestro país. Dejar de intentar de controlar lo que a la larga no es controlable y pensar en lo que sí podemos hacer.•
Si queremos más dólares, no basta con restringir la demanda; tenemos que exportar más y debemos importar un poco menos de lo que exportamos, pero eso implica un trabajo fino.
Fuente: La Nacion