«Las políticas implementadas por el presidente Macri en el terreno económico son buenas. Sostiene el libre comercio, que siempre es positivo», destaca el profesor Shujiro Urata. En comercio exterior hay un puñado de palabras que resultan clave. Una de ellas es complementariedad. Es decir, la relación virtuosa que dos países o bloques comerciales establecen a partir de sus mútuas necesidades. Lo que exporta uno, lo requiere el otro y viceversa. Sobre la base de esta dinámica es que Japón, líder tecnológico, podría erigirse claramente en el socio ideal de la Argentina, productor agropecuario a escala global.Pero para que esto prospere hace falta desbrozar el camino. Las compañías niponas, que se retiraron del mercado local tras el default, han vuelto a poner la proa hacia estas costas, pero no terminan de hallar el clima de negocios para establecerse en forma definitiva. Eso, y el corsé que significa el Mercosur a la hora de firmar tratados de libre comercio, impiden una relación más fructífera. «Argentina tiene que abrir más su economía, ser independiente para firmar acuerdos de libre comercio, como hace Japón, y atraer a la inversión extranjera», resume el profesor Shujiro Urata, economista y docente de la Universidad Waseda de Japón. -Usted participó hace 20 años de la elaboración del informe Okita II, que analizaba la situación Argentina. ¿Qué visión tiene de nuestra economía dos décadas más tarde? -Argentina ha sufrido muchas fluctuaciones en su economía en los últimos 20 años. Durante algunos períodos el rendimiento fue excelente, pero en otros no fue tan bueno. En la primera parte del siglo XXI tuvieron que enfrentar un momento muy duro, pero luego se recuperaron de la crisis. A partir del 2003 la performance favorable de la economía estuvo vinculada al fuerte crecimiento global y el aumento de los commodities. Se registró entonces un alto crecimiento en la Argentina. -Pero duró poco. -Luego vino la crisis financiera internacional y la economía de la Argentina comenzó a caer. Comenzaron a tener problemas como la inflación y luego inconvenientes con la deuda externa. Como resultado de esto la economía volvió a declinar. -¿Tiene una idea formada de la gestión Macri? -Creo que las políticas implementadas por el presidente en el terreno económico son buenas. Sostiene las políticas de libre comercio que siempre son positivas, busca la apertura de la economía. Pienso que la Argentina podrá recuperarse en el futuro si el presidente mantiene las políticas que formuló. LIBRE COMERCIO -¿Los Tratados de Libre Comercio pueden ser un instrumento de utilidad para el crecimiento de la Argentina? En la actualidad no tenemos ninguno. -Son miembros del Mercosur, y según mi punto de vista ese es el problema porque no pueden ser independientes. Creo que es mejor para cualquier país ser independiente y tener la libertad de firmar acuerdos comerciales con los países que desee. Por ejemplo, Japón desearía firmar un acuerdo comercial bilateral con Argentina pero no es fácil porque el Mercosur se lo impediría. -¿No acuerda con la idea de la conformación de bloques comerciales? -Bloques comerciales como la Unión Europea han sido exitosos porque son económicamente abiertos con los países que no son miembro. Pero el Mercosur tiene un marco legal regional que creo que entorpece los acuerdos comerciales. Cuando el Mercosur se decida a abrirse económicamente, entonces se convertirá en un buen escenario para hacer negocios. Si mantiene los aranceles altos a la importación, será muy difícil. -Los países desarrollados suelen remarcar la necesidad de que Argentina abra su economía, sin embargo resulta casi imposible exportar productos agropecuarios a Estados Unidos o Europa. ¿Hay un doble discurso? -Todos los países deberían abrir su economía al resto del mundo. Existe una institución llamada Organización Mundial de Comercio (OMC) que pugna por el libre comercio, pero el problema es que todas las naciones tienen que estar de acuerdo para llevar adelante estas políticas de intercambio. En total la OMC tiene 164 países miembro y es casi imposible que logren acordar. Dada la situación, lo mejor es firmar acuerdos entre pocos países, tal vez cinco, seis o siete. Un ejemplo es el Acuerdo Transpacífico, que estaba compuesto por 12 naciones, hasta que lamentablemente Estados Unidos decidió retirarse y ahora quedan 11, incluyendo Japón, Australia y Nueva Zelanda. La mejor opción es la apertura comercial, pero la segunda mejor opción, si no se logra, es acordar con grupos de países. Creo que en este caso Japón cumple un rol muy importante dentro del Acuerdo Transpacífico. -¿Funciona el bloque sin Estados Unidos? -Lo mejor para el Acuerdo Transpacífico era tener la presencia de los Estados Unidos, por la dimensión de su economía, pero al Gobierno de Donald Trump no le gustan los acuerdos multilaterales. Prefiere los pactos bilaterales. Así que los países que permanecen están trabajando duro en este marco comercial. Por otra parte, Japón ha firmado acuerdos comerciales con la Unión Europea. Entiendo que Argentina y la UE han estado negociando por mucho tiempo sin mayor éxito. -Mucho tiempo, con barreras de ambos lados. -Pienso que el problema es el Mercosur. Argentina y Brasil suelen tener diferentes puntos de vista. Cada uno tiene diferentes sectores que proteger. Eso hace que el acuerdo sea muy difícil de lograr. ASIA-PACIFICO -¿Puede construirse una relación beneficiosa entre Argentina y el área de Asia-Pacífico? -Como todos sabemos Argentina y el resto de los países del Mercosur son competitivos en la elaboración de productos primarios y la explotación de lo que son los recursos naturales y los alimentos. En cambio, los países asiáticos son competitivos en maquinaria y tecnología. Debido a estas diferencias pienso que son dos mercados muy complementarios que tendrían un gran futuro. Si se abren las economías ganarían altos beneficios debido a esta complementariedad. En el futuro, si Argentina avanza en su industrialización y procesa alimentos extendiendo su cadena, la relación con esa zona de Asia podría cambiar. Creo que la industrialización es el camino para lograr el desarrollo. Pero para esto es necesario atraer a la inversión extranjera. -¿Cómo hizo Japón en su momento? -En los tiempos en que Japón comenzó a desarrollarse no aceptaba la participación de compañías multinacionales. Pero ahora es distinto. Estas corporaciones son vitales para promover el crecimiento, poseen el conocimiento, la tecnología y las habilidades necesarias. -¿Argentina está en la mira de los capitales extranjeros? -Sé que han venido muchos inversores extranjeros a la Argentina y esto se puede incrementar en el futuro. Por ejemplo, muchas empresas japonesas que se retiraron de la Argentina luego del default, ahora quieren retornar. Eso es muy bueno. -¿Qué debería ofrecer Argentina a los inversores internacionales? -Lo primero es un buen clima de negocios. También infraestructura, fuerzas laborales productivas, razonable nivel de impuestos, que a veces es muy alto. Y además un marco de estabilidad macroeconómica, lo que implica baja inflación. Es difícil hacer negocios y planificar futuros negocios cuando hay alta inflación. La certidumbre es importante. -¿Se abre un nuevo capítulo en la relación comercial entre nuestro país y Japón? -Se están negociando acuerdos de inversión en la Argentina, producto de la visita del presidente Macri a Japón en mayo -N. de R. en aquel momento el mandatario argentino firmó con su par Shinzo Abe convenios en sectores como agroindustria, ganadería, pesca y tecnologías de la información y la comunicación-. Existe el deseo de las compañías japonesas de invertir en la Argentina y, tal vez, también podrían ir las empresas argentinas a Japón. Trump, efecto búmeran -Me especializo en comercio internacional y como dije antes, con respecto al Acuerdo Transpacífico, el retiro de los Estados Unidos fue una muy mala decisión del señor Trump. Sus políticas son muy proteccionistas, actúa siempre bajo el lema de «primero los americanos». Es inentendible que quiera proteger a los trabajadores norteamericanos, muchos de los cuales lo votaron para que se convirtiera en presidente, llevando adelante políticas proteccionistas. El proteccionismo tiene muchas consecuencias negativas. La primera es que impacta en todo el mundo. La economía mundial declina cuando muchos países adoptan las políticas de protección, y Estados Unidos es la economía más grande del mundo. Si esto afecta al comercio internacional, afectará también el crecimiento global y a la largo terminará perjudicando también a la economía de los Estados Unidos. Esta idea de proteger a los trabajadores norteamericanos puede sonar bien para el corto plazo, pero si miramos el largo plazo las exportaciones norteamericanas no crecerán y eso los afectará a ellos también. Nuevamente, el proteccionismo no llevará a que se cumplan las promesas que él le hizo a sus votantes. Fuente: La Prensa |