Uruguay en crisis por diferencia cambiaria con Argentina: Lacalle toma medidas y resiste presiones de cierre aduanero.

En la frontera cierran negocios y el desempleo duplica la media nacional. Ante medidas ineficaces, las empresas piden régimen de «cero kilo» para turistas.

Terminemos con esto, por favor. No nos va a quedar ni una sola industria abierta» exclamó Fernando Pache, presidente de la Cámara de Industrias del Uruguay, al ver filas interminables de autos ante los puentes binacionales en un fin de semana largo en el que 80.000 uruguayos cruzaron a hacer «turismo de compras» en Argentina. La elocuencia de esa frase es una síntesis de cómo se ve hoy desde la vecina orilla la diferencia de precios entre ambos países que los dejó en cinco años de 17% a 144% más caros. Ya no se habla de «contrabando hormiga» sino de una verdadera crisis comercial por contagio.

«Esto lo van a sentir en medio año las tiendas porque la gente se está trayendo la ropa para tener hasta el 2024″, es el comentario repetido entre dirigentes del sector de indumentaria.

Las ventas industriales han bajado un 40% y más de 170 comercios cerraron sus puertas en la región litoral en el primer cuatrimestre, donde hasta un 80% de la población acostumbra cruzar por alguno de los tres puentes fronterizos para abastecerse del lado argentino, según una investigación de la Universidad Católica del Uruguay.

El Instituto Cuesta Duarte, de la central sindical PIT-CNT, calculó que en un año se perdieron 20.000 empleos por el «efecto Argentina». Y en la zona fronteriza la situación ya alcanza visos de gravedad: Andrés Lima, intendente del departamento de Salto –frente a Concordia- dijo que en su área el desempleo creció al 14%, cuando la media nacional es de 8,5%.

«No recordamos en 40 años un momento de diferencia tan pronunciada entre precios de uno y otro lado del río Uruguay, creando una corrida de uruguayos hacia Entre Ríos, afectando sensiblemente al comercio y el trabajo», opina el intendente.

De cinco a «cero kilo»

Es así que empiezan a verse situaciones tensas, como la detención, por parte de la prefectura de Paysandú, frente a Colón, a personas que venden carne argentina empaquetada. La publicidad se realiza por redes sociales y la venta se concreta en sus domicilios. La Cámara de Comercio y Servicios (CSUy) constató que tal idea de comercio regional, hecha «informalmente», ya está llegando al resto de su territorio.

Y estas situaciones ocurren cuando está vigente un tope de cinco kilos de mercadería por persona que se pueden ingresar desde Argentina. Pero ante la evidencia de que esa medida resulta insuficiente, en Uruguay se vive un debate nacional respecto de si hay que llevar la restricción hasta el «cero kilo».

«Es tan grande la diferencia de precios con Argentina, que es demasiada la tentación», sintetiza el director de los diarios El Telégrafo de Paysandú y Cambio de Salto, Alberto Baccaro, que ve temblar a sus anunciantes. Está preocupado porque, como antagonistas de quienes promueven el cierre comercial total de las fronteras, apareció una creciente corriente de opinión que pide abrir del todo las aduanas. «Es como las ratas que probaron el dulce y no ven que el veneno las matará», define con crudeza el empresario.

Entre los que defienden con más entusiasmo el «cero kilo» figura la Confederación de Cámaras Empresariales, que alerta que los uruguayos que actúan como «nuevos ricos» en sus tours de compras allende el charco están hundiendo prospectivamente la venta de los comercios hasta el año próximo.

Por su parte, la Asociación de Supermercados ve «ingreso masivo de mercadería de contrabando» que se ofrece en el Gran Montevideo.

Tres cuartos de viajeros a Argentina

Las cifras migratorias son elocuentes: el año pasado, el 76% de los uruguayos que salieron del país visitaron Argentina y dejaron u$s658,9 millones.

Y la tendencia apunta a una intensificación. En el primer trimestre de 2023, ante más devaluación del peso argentino, llegaron a cambiar dólares al precio blue, 1.141.300 uruguayos, quienes gastaron u$s471 millones. Es decir, sólo en el lapso enero-marzo el gasto turístico ya alcanzó dos tercios de todo el 2022.

Si faltaba una señal de que para Uruguay es grave el abaratamiento argentino, se generó una crisis interna en el gobierno de Luis Lacalle Pou. El propio presidente reconoció que, pese a las medidas paliativas, no es mucho lo que se puede hacer.

«Yo los invito a que vayan a la frontera con Argentina y que digan ‘cero kilo’. Cualquiera de nosotros con un sueldo bajo, tiene que darle de comer a la familia, y si cuesta tres veces menos del otro lado ¿adónde vamos a comprar? ¿Vamos a solucionar el problema del tipo cambiario con Argentina? No. Es imposible solucionarlo», dijo el presidente, asumiendo su oposición al cierre aduanero de fronteras.

Ineficacia autoadmitida

Mientras tanto, sufre las críticas por la baja eficacia de las medidas compensatorias, como el anuncio de ampliar el recorte de 30% a 40% el litro de nafta del área limítrofe promocionando que del lado argentino estaba a u$s1,10 y del uruguayo a u$s1,14. Pero no aclaró que el dólar que lleva el uruguayo vale como blue. Gabriel Murara, vice de la Cámara de Industrias, lo criticó por declarar emparejadas las naftas, pero con un cálculo basado en el dólar oficial.  

Las críticas han llegado incluso desde dentro de la coalición gubernamental. En plena crisis entre Lacalle y sus aliados derechistas del partido Cabildo Abierto -que amenazó con retirarse por la sustitución de la ministra de Vivienda, Irene Moreira, acusada de irregularidades administrativas-, se coló otro debate más de fondo: si lo barato de los precios argentinos no dejaba en evidencia que, en realidad, el problema es que Uruguay está caro.

«Los problemas que se viven en el litoral no son coyunturales sino estructurales y radican en la falta de competitividad de nuestro país, el más caro de la región y uno de los más caros del mundo», fue lo primero que dijo la renunciada ministra cuando volvió a ocupar su banca de senadora.

Mientras tanto, una licitación inusual acaba de ser lanzada por el Banco Central detrás de cinco papers de «investigadores que ayuden a comprender qué hay de cierto en la percepción sobre que Uruguay es un país caro». Parece un objetivo naive: desde el edificio del BCU, con vista al puerto de Montevideo, les alcanzaría con mirar -por los ventanales- lo repletas que van a Buenos Aires embarcaciones de pasajeros y vehículos, que bajan en Dársena Norte para ir expreso al Once.

«Cambalache» regulatorio

Lo cierto es que los problemas derivados de la escasez de divisas en Argentina repercuten ya no sólo en la (a)tracción de turismo hormiga uruguayo, sino que también traba la carga, cruce y pago de manufacturas uruguayas, además de desviar contratos de exportación al mundo de servicios tecnológicos.

Las decisiones del BCRA para conservar u$s2.000 millones en 2023 llevarán a que el transporte de carga se pague en origen, al aplazar que el Banco Central pague al despachante, profesionales y fletes, fijando autorización previa para pago de intereses entre oficinas de la misma naviera. Al ampliar el plazo a 90 días de las transferencias para pagar por el trasbordo de barcos, incluidos los que llegan a Nueva Palmira y siguen por barcaza al Paraná, se castiga al servicio en tránsito de los puertos uruguayos a la salida del río Uruguay, según informó Comex.

Así una agencia marítima no puede girar antes el pago a su naviera por el servicio cumplido, se lamentó el presidente de la Cámara de Exportadores, Fernando Landa. «Cada semana las reglas van cambiando y crecen regulaciones», protestó en declaraciones a La Nación.

En definitiva, lo único que se logra es que el cliente pague a la naviera internacional, puenteando al BCRA.

Así, aunque aceiteras del río Paraná necesitan importar de la cosecha de Brasil, se frustra el ingreso que no solo puertos del lado uruguayo esperaban tener por servicios palmirenses de feeders sino la propia producción aceitera rosarina para consumo nacional y la eventual exportación.

No pagar importación por un año

El enojo es particularmente grande entre los industriales con ventas y cargas trabadas a Argentina desde 2022 ante la carencia de divisas. Cuando llegó Lula a Montevideo el 25 de enero apostaron a la oferta del pago en moneda local, pero en marzo funcionarios albicelestes pidieron a los orientales un año de crédito sin pagar, a imagen y semejanza del sistema -aún no concretado- que ofreció Brasil.

Los industriales aceptarían tres meses, pero la discusión con las autoridades uruguayas se empantanó en seis. La aceleración devaluatoria argentina posterior complicó el arbitraje del comercio en moneda local mediado por ambos bancos centrales pues la contraparte pierde la referencia de precios.

El ministro de Economía, Sergio Massa, destacó los esfuerzos de las cámaras industriales de ambos países por apoyar el mecanismo para que los importadores paguen pesos argentinos y los exportadores orientales cobren pesos uruguayos, en vez de dólares, pero Pache, presidente de los industriales uruguayos, afirma: «desde marzo no tengo noticias de las tratativas».

En ese marco, Argentina pierde participación entre los destinos de exportaciones uruguayas, con sólo un 5,3%, mientras que las importaciones desde Argentina -sin contar el contrabando hormiga, naturalmente- ascienden a un 11,3%.

El presidente de la Cámara de Comercio Uruguay-China Gabriel Rozman, director de la zona franca montevideana Zonamérica, observa la pérdida de relevancia resultante del comercio exterior bilateral. Ante iProfesional anota que «nosotros empezamos a depender más de los mercados de Estados Unidos, China y otros, aunque indudablemente nos afecta por la diferencia de cambio y desempleo».

Argentina, competidor global directo

Ese impacto de las economías desalineadas no se limita al comercio de bienes. También hay preocupación en el sector terciario de servicios.

El presidente de la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información, Carlos Acle, admite que la competencia se tornó más difícil y que hay temor por la pérdida de clientes extranjeros: «Tener un vecino con muy buenos talentos y calificado, ahora más atractivo por competitividad a nivel global en costos y buena calidad, lo hace un competidor directo en productos digitales».

Incluso se llegó a la situación de firmas de Uruguay están contratando a distancia gente de Argentina para cuidar la estructura de costos. Empresas orientales afectadas por competencia de precios argentinos, «pueden impactar a nuestra industria de tecnologías, porque rubros como supermercados o tiendas cortarían inversión o frenan proyectos que se adoptaban rápido».

La esperanza de Lacalle

Los números de crecimiento de la economía uruguaya -originalmente proyectados en 2% del PBI- se están revisando a la baja. Ya se está previendo que empeoren los datos fiscales y de empleo, mientras el presidente Lacalle, en la antesala de la elección 2024, prometió «aflojar la cincha», con el recorte impositivo al pago de renta de trabajadores y pasivos menos pudientes.

La esperanza charrúa (además de Bielsa) es el crecimiento anual que cause la mayor pastera de celulosa finlandesa del mundo, que empezó a producir este mayo en el centro uruguayo, convirtiéndose en el mayor rubro exportado, incluso sobre la carne.

Pero su impacto no alcanzará para compensar la pérdida de competitividad. «Los hechos demuestran que no podemos correr atrás del tipo cambiario argentino», fue la resignada explicación de Lacalle ante quienes le piden más medidas.

La sinceridad del presidente parece adherir a la máxima del corresponsal polaco y Premio Príncipe de Asturias Ryszard Kapuscinki, quien ironizaba que –ante grandes desafíos- la mayoría de gobernantes hace nada: porque «mitad de los problemas no tiene solución» y la otra mitad «se resuelve sola». Es el precio de ser grande y costo de ser chico que excusa la licencia de actualizar el tango-himno también para este «Siglo XXI cambalache» de medidas problemáticas y febriles para conservar los dólares que quedan.

(*) Carlos Montero Gaguine es analista de política internacional y editor de La Síntesis Económica Mercosur

Fuente: IProfesional