Luego de transcurridas las PASO ha comenzado el proceso electoral propiamente dicho. Es de esperar que las propuestas políticas de los principales candidatos profundizarán ahora su alcance.
Poco se ha hablado durante las discusiones previas sobre los proyectos de las diversas fuerzas políticas en materia de participación internacional argentina. Lo que se vincula con la política internacional (especialmente la económica, que es la que nuestro país puede desarrollar con mayor expectativa de resultados relevantes). Hemos oído apenas algunas muy difusas frases sobre lo conveniente de multiplicar las exportaciones (sin dar mayores razones sobre como se logra tal cosa).
La comúnmente mencionada ‘inserción externa’ de la próxima administración gubernamental debería mejorar sustancialmente los resultados. Argentina exportará en el corriente 2023 una cifra que apenas alcanzará el 0,25% del total mundial de exportaciones (es el peor ratio de participación de la historia, que en los últimos años rondaba 0,30% y hace 20 años llegaba a 0,40%). Las exportaciones argentinas apenas representan 18% del PBI (en 2022, aun habiendo alcanzado el récord nominal de ventas externas, Argentina fue el país de nuestra región con menor relación exportaciones/PBI). Lo que no está aislado de otros pobres resultados, como que en lo transcurrido del siglo nuestra participación en el stock de inversión extrajera directa total mundial bajó desde 0,9% a 0,2%. O que somos el país del subcontinente con menor generación de empleos en actividades exportadoras en relación al empleo total.
¿Qué deberá poner en marcha la nueva administración para mejorar los resultados?
Lo primero, por supuesto, es poner en orden el frente interno. Nadie puede competir en el mundo si su ámbito local es inconveniente. En este plano la vigencia de las instituciones (que garantiza la vigencia de derechos subjetivos y contratos), el orden macroeconómico (que permite la planificación), la sustitución de un marco regulativo intervencionista por uno mas liberal (que facilita a las empresas acompañar los procesos de innovación) y la mejora en la infraestructura física y digital y las prestaciones de oficinas estatales inexorables son requisito.
Pero, adicionalmente, Argentina debe darse una estrategia exterior. El mundo asiste a cambios sustanciales y sin acompañar las nuevas tendencias no es posible el éxito sostenido. Al respecto un asunto critico es la selección de socios: la geopolítica está cambiando y en el planeta se están fortaleciendo alianzas de países que se integran a través de complejos mecanismos jurídicos. El mundo se ha movido desde la generación de los tradicionales free trade agreements hacia los más intensos deep trade agreements que no sólo reducen aranceles recíprocamente sino que generan coaliciones regulatorias en estándares, reglas, instituciones y practicas compartidas. Hay en el planeta 360 acuerdos vigentes entre países socios y elegir con quien avanzar es un modo de crear un ámbito de aliento para la internacionalidad económica. El 70% de todo el comercio internacional en el mundo ocurre ya entre países que redujeron a 0% sus aranceles en frontera (contrario sensu, Argentina aun choca con aranceles altos en la entrada o salida), pero a ello los acuerdos internacionales le han agregado numerosos preceptos más complejos: dentro de estos espacios las economías no se integran solo en materia de comercio (ya no existe tal cosa como ‘promover exportaciones’) sino que se generan flujos integrados de comercio (exportaciones e importaciones) de bienes y de servicios; de inversión extranjera directa; de financiamiento productivo; de intercambio de datos, conocimiento e información (que hoy es el mayor flujo de la globalización); y hasta de personas (migraciones y telemigraciones).
Un amplio y abierto espacio que permita que las empresas ‘entren y salgan’ en porciones de procesos productivos es un requisito (según un trabajo de la OCDE de hace algunos años, Argentina es el segundo país del mundo con menor participación de contenido importado en sus exportaciones; y según un reciente estudio sobre la carga burocrática es el segundo país de la región con mayor necesidad de horas/hombre para el cumplimiento de tramites varios).
Debe corregirse todo lo que lo que afecta la competitividad sistémica.
Lo anterior supone por otro lado que los actores económicos privados deben redefinir muchas de sus propias estrategias para (más que acceder a mercados determinados) competir exitosamente dentro de las nuevas redes transfronterizas generadoras de valor (para ser parte de lo que McKinsey llama la nueva borderless economy). Hay una agenda privada pendiente especialmente referida al desarrollo de atributos en alianzas exteriores en las que las condiciones de elegibilidad son crecientes (KPMG advierte sobre nuevas condiciones en las cadenas de valor relacionadas a la tecnología, la calificación de los recursos humanos y la capacidad de tomar decisiones transversales basadas en datos y el acercamiento al cliente).
Una ardua tarea esta pendiente. Una oportunidad para la nueva administración. Una urgencia para mejorar resultados.
Por Marcelo Elizondo
Fuente: El Cronista