Un sector que genera dólares en el país y quiere subirse a la ola de la IA

Esta actividad emplea a más de 490.000 profesionales en la Argentina. Según las empresas, las exportaciones de software y servicios podrían superar los US$30.000 millones; el impacto de las leyes de promoción y los desafíos por el esquema cambiario.

Del desarrollo de software hasta la industria aeroespacial, pasando por la biotecnología, la ingeniería o hasta la producción audiovisual, la economía del conocimiento abraza una amplia variedad de actividades que se caracterizan por el uso intensivo de tecnología y que requieren capital humano altamente calificado. Más de 490.000 argentinos trabajan en este sector que ahora se ve inmensamente teñido de un concepto que cruza todo: la inteligencia artificial (IA).

Cuando se habla de la matriz productiva argentina, la economía del conocimiento tal vez no esté entre las respuestas más obvias. Sin embargo, se trata de uno de los principales complejos exportadores del país: en 2024 el sector registró exportaciones por US$ 7831 millones. Es uno de los rubros que más aporta al superávit fiscal y comercial y uno de los mayores generadores de empleo de calidad del sector privado.

En este sentido, la Argentina tiene un ecosistema robusto: no solo es el país con mayor cantidad de unicornios tecnológicos per cápita de la región, sino que tiene una Ley de Software con 20 años de vigencia y un pool de talento reconocido en el mundo. Sin embargo, gracias a la expansión de la IA, el crecimiento del sector está tomando una velocidad significativa.

“Nadie se sorprenda si la Argentina se convierte en el próximo hub de IA del mundo. De hecho, no es casualidad que las mayores empresas del planeta estén evaluando proyectos en Argentina”, dijo el presidente Javier Milei el pasado 10 de diciembre en su discurso de primer año de gestión. De hecho, desde Casa Rosada se concretaron gestos que fueron bien recibidos por el sector. Las visitas a Silicon Valley, las reuniones con los popes tecnológicos o hasta la designación de Alec Oxenford, creador del unicornio OLX, al frente de la embajada argentina en Estados Unidos, fueron guiños a la industria.

Pero también otras medidas concretas, como la organización de la primera Semana de la Inteligencia Artificial en Argentina, de la mano de la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología, también la creación de una mesa interministerial para la aplicación de la IA, o el lanzamiento de Argentina Delivers, un esfuerzo para potenciar los Centros de Servicios Globales en el país.

En ese marco también se engloba el Plan Nuclear Argentino, anunciado a finales de diciembre en conjunto con el jefe del Consejo de Asesores, Demian Reidel, donde se destacó el potencial del capital humano argentino y la disponibilidad de tierras en la Patagonia como ventajas para el desarrollo de centros de datos de IA, que demandan gran cantidad de energía.

“Esta es una misión que tiene que alinear al sector público, privado, al académico, y a la Argentina con el resto del mundo. Pero el mundo político no siempre miró esto, lo veía como un sector por fuera de la lógica productiva argentina. Esto cambió gracias al impulso de una serie de factores desde la Ley de Software en 2004 hasta ahora y esto se ha ido acelerando. Que el Presidente incorpore la idea de IA en su discurso como un tema principal de su gestión es novedoso”, dice Luis Galeazzi, director Ejecutivo Institucional de Argencon, entidad que nuclea a empresas prestadoras de servicios de la Economía del Conocimiento.

Para el experto, el sector es mucho más grande de lo que se tiene registro, y las expectativas de crecimiento son igual de ambiciosas: “Sabemos que hay una enorme cantidad de profesionales que exportan por fuera de la economía formal, por lo que me animaría a decir que en realidad el sector supera los US$10.000 millones de exportación. Pero esto se podría triplicar en cinco años, calculamos que podemos tener una economía por encima de los US$ 30.000 millones”, se anima a proyectar Galeazzi.

El potencial del país

La posibilidad de que la Argentina se

transforme en un polo o en un hub de IA toma cada vez más fuerza, y si bien es una meta ambiciosa, tiene una bajada real y alcanzable. Esta iniciativa implica atraer a las principales empresas tecnológicas del mundo para que establezcan localmente centros de alta tecnología, un paso clave para renovar la capacidad de innovación nacional y aumentar la oferta de bienes y servicios exportables.

Esta visión involucra una cadena de valor estructurada que requiere, por un lado, procesadores de datos muy potentes, que hoy la Argentina no tiene. Pero sí cuenta con las condiciones para traer parte de ese proceso al país. Y, luego, está el tema del uso de esos centros de proceso: cómo se organizan los datos para que después hayan modelos que puedan emplearlos y se construyan las aplicaciones que bajen esos datos a distintos usos e industrias.

“Hoy no solo las empresas grandes dan servicios de IA. Hay toda una cadena de valor que está por explotar y hay una capacidad de exportar estos productos y servicios al mundo”, menciona Galeazzi. Y agrega: “Somos uno de los países que tiene mejor estructura, espacio geográfico, disponibilidad de recursos, y podemos proveerlo. Lo que el Presidente hace explícitamente es invitar a las empresas globales a que vean en la Argentina un lugar no solo donde están estas capacidades naturales sino un marco macroeconómico ordenado y un marco normativo de amplia libertad creativa”.

En este plan convergen el desarrollo con la infraestructura. La Argentina ya tiene una fuerte tradición en creación de productos digitales que puede seguir explotando a raíz de la irrupción de la IA en cientos de industrias y con cada vez más aplicaciones. Pero también está disputando un negocio mundial que tiene que ver con el hardware: entrenar a los modelos de IA avanzados requiere maquinaria altamente demandante de energía, y el país tiene las características geográficas ideales para instalar estos grandes centros de datos, especialmente en la Patagonia, por sus grandes superficies y condiciones climáticas.

Por todo esto, los expertos dicen que el país aún está a tiempo de subirse a este tren. “El timing es perfecto. Se están haciendo cosas, tanto desde el área científica, como empresarial, emprendedora, académica o de consultoría”, dice Rodrigo Ramele, profesor e investigador del ITBA y cofundador de NeuroAcoustics. Sin embargo, el experto menciona que para dar realmente un salto de calidad, la comunidad científica, hoy en alerta por desfinanciamiento y ataques a su trabajo, es un actor indispensable. “Para ofrecer algo distintivo al mundo tenemos que hacerlo desde la ciencia, tenemos que estructurar el aspecto científico, sino no hay competitividad. Para tener un hub verdadero lo necesitamos, porque si no vamos a depender de temas coyunturales, como si estamos baratos o no, según el tipo de cambio”.

Un negocio en crecimiento

Otro rubro que disputa la Argentina es el de los centros de gestión, o Global Delivery Services. Una combinación de talento, costo, buen nivel de inglés e incluso zona hizo que muchas multinacionales decidieran centralizar esas operaciones y desde Argentina ya son más de 50 las compañías, según Argencon, que exportan servicios que van desde finanzas hasta compras, desarrollo de productos digitales o incluso asistentes personales para clientes en todas partes del mundo.

Aun el contexto geopolítico pueta de jugar a favor del país y la región. Conflictos como la guerra comercial entre China y Estados Unidos o la disputa por los hidrocarburos entre Rusia y Alemania, impulsan la tendencia del “friendshoring”, es decir, que los países centrales buscan reubicar su producción o sus equipos en países aliados política y económicamente.

LaguerraenUcraniatambiénabre otra arista. Varios países de Europa del Este que se destacaban por la exportación de servicios de software se vieron fuertemente afectados por el conflicto, por lo que muchas empresas ya están buscando otras opciones para mover sus centros de servicios. La Argentina se ve reflejada en países como Polonia, un mercado que desde Argencon mencionan con un perfil similar en cuanto a tamaño y calidad de servicios, que hoy exporUS$40.000 millones anuales en este tipo de servicios.

El equipo de EY en Argentina, que abrió su centro de servicios en el país en 2011, es uno de los que pelean por seguir ganando espacio en ese mercado global. La filial, en donde hoy trabajan 2500 personas, empezó exportando servicios de tecnología e impuestos, pero luego fue ampliando su portafolio para dar respuesta a clientes principalmente en Estados Unidos, pero también en México y algunos países europeos como Alemania, Francia y España.

“El año pasado hicimos todo un trabajo de analizar de vuelta a varios países en Latinoamérica, y Argentina sigue siendo uno de los primeros candidatos, con lo cual hay una parte de clientes nuevos que estaría viniendo para el país en el 2025”, dice Verónica Asla, líder de EY GDS para Latinoamérica.

Según explica, para la multinacional el primer aspecto a evaluar antes de apostar por dar una nueva responsabilidad al país es la disponibilidad de talento de alta calidad. “En eso Argentina juega un rol diferencial tanto a nivel regional como global”, asegura. Lo segundo, es la disponibilidad de personas que dominen el inglés –un factor que no en todos los países de la región se encuentra fácilmente–, así como el huso horario. “Y, por supuesto, el costo. Hay que ser competitivos y, por ahora, lo somos”, aclara Asla, quien asegura que desde la compañía proyectan un crecimiento de entre 30% y 40% para este año y planean contratar alrededor de 1000 nuevos empleados en el país entre 2025 y 2026.

Los desafíos que vienen

El nuevo escenario económico que dejó 2024 hizo que las reglas de juego mutaran. La estabilización de la inflación y el cierre de la brecha cambiaria trajeron previsibilidad para trabajar, pero, a la vez, la estrategia dejó una Argentina cara en dólares, según advierten muchos economistas. Eso hizo que, para ciertos mercados, el país dejara de ser atractivo en precio.

“Hubo un cambio vertiginoso y hay que repensar la propuesta de valor de las empresas. Este año se ganó una visión más previsible del futuro, los salarios en dólares ahora están a nivel global y el efecto inmediato es que se redujo la tasa de rotación. Pero también hoy nuestro costo de operación es un poco más alto al de Brasil. Y tenemos que entender que si estamos a ese nivel hay que ganar mercados con otros argumentos”, explica Galeazzi.

Para Ramele, se trata de competir con talento. “Argentina se volvió cara, entonces, para no quedar en una situación de que te compren solo por el precio, tenés que ofrecer algo realmente distintivo”, dice.

Otra compañía que implementó esa visión es Baufest. De origen argentino, tiene el 60% de su negocio fuera del país, y exporta a Uruguay, Chile, Perú, México, Estados Unidos y España servicios de software a medida. Para este año fiscal, la compañía está ejecutando un plan de crecimiento de 20% que incluye un aumento en su plantilla.

Para Ángel Pérez Puletti, CEO de la compañía, la noticia de la desaceleración de la inflación era de las más esperadas en el sector, y apunta a que este tipo de pasos. “A nosotros no nos conviene competir por precio, además, no podemos, porque para competir por precio tenemos que tener mucho volumen. Lo nuestro no es el volumen, sino la calidad”, menciona el empresario.

Para Puletti, la calidad se entiende en dos aspectos: “En el aspecto técnico, que tenemos muy buenas universidades, también en el tema de inglés, y el aspecto cultural, en el buen sentido del argentino, que se las apaña, se las arregla y tiene esa flexibilidad para encontrar soluciones a los problemas. Tenemos que aprovechar ese combo”.

Pasado un primer momento de wait and see, en el sector hay entusiasmo con las señales que el Gobierno da a la industria. Igualmente, la prudencia siempre acompaña, a la par de la esperanza de que el equipo económico sepa leer la experiencia histórica y maniobrar. “Esta es una película larga, esto recién empieza”, concluye Galeazzi.ß

La Patagonia tiene características geográficas ideales para la instalación de centros de datos, por sus grandes superficies y el clima

La Argentina tiene fuerte tradición en la creación de productos digitales, que puede seguir explotando a raíz de la irrupción de la IA.

Fuente: La NaCIóN