El experto en comercio exterior reflexiona sobre los desafíos del mundo post pandemia y pone la lupa sobre la gravedad de una tasa de inversión de sólo 13%.
Hoy la economía del mundo es conocimiento intensiva. Cuando la Argentina ordene la macro, debe alentar las inversiones del conocimiento. Ese es el camino», asegura con total seguridad Marcelo Elizondo, experto en Negocios y Economía Internacional.
El último informe de su consultora DNI es elocuente: la Argentina es el segundo peor país del mundo en la atracción de inversión extranjera en el siglo.
En el diálogo con iProfesional, Elizondo analiza por dónde camina el mundo de la «nueva normalidad». Y el lugar que podría ocupar la Argentina en esa dinámica.
-¿Cuál es el mundo que imagina para la postpandemia?
-El mundo viene cambiando aceleradamente desde antes de la pandemia, y la pandemia funcionará como un catalizador que acelera esa tendencia. El mundo se vuelve más digitalizado, más electrificado, con actividades a distancia, económicamente más dependiente del conocimiento.
-En su último informe, usted destaca que la Argentina es el segundo peor país en cuanto a la inversión directa extranjera. ¿Cómo impactan estos cambios a la realidad tan pobre del país?
-Depende de lo que se haga. En promedio, nuestra evolución tecnológica es bajo. Tiene algunos sectores en los que hay avances -como el agropecuario ligado a la genética, la siembra directa o la satelización- y otros, ligados a los servicios ligados al conocimiento que se destacan. También la medicina demuestra que está a la altura. Pero en líneas generales, más de la mitad de la economía argentina se encuentra por debajo de la línea, y que son muy grandes en materia económica.
-¿Cuáles son los sectores a los que usted les da una chance de adelantarse en el mundo postpandemia?
-Todos van a tener que mejorar. Los que están arriba deben evolucionar. Y los que están debajo, deberán mejorar sustancialmente. El techo tecnológico sube constantemente, por lo tanto requiere de una movilidad permanente. Las empresas que prevalecen son las «empresas mutantes», las que se adaptan constantemente. Incluso las que cambian de tipo de productos. Disney hace años cuenta cuentos. Pero al principio contaba cuentos en libritos de papel, luego en sus parques temáticos, después con los dibujos animados y más tarde con las películas en los cines. Y hoy ya lo hace en las plataformas digitales. La evolución debe ser constante incluso para los que están bien arriba de la línea.
-¿Hay algún sector que identifica en esa dinámica acá en la Argentina?
-El sector automotor. Trabaja bajo los estándares tecnológicos mundiales. Ahora, dentro de algunos años, los autos serán eléctricos, no estarán conducidos por humanos, desde el punto de vista de la comercialización estarán regidos más por el alquiler que por las ventas. Se trata de un dinamismo constante en el que cualquiera debe tener un plan de readaptación. Todos. Incluso los que están bien arriba de la línea.
-¿Y a cuáles identifica debajo de la línea, y que debería adaptarse?
-El sector textil. El mundo va hacia la indumentaria inteligente, que se adapta según las necesidades, por ejemplo, de la temperatura. O a las impresiones 3D de calzados. Los cambios tecnológicos son enormes para todos. La adaptabilidad es requisito para todos, y el que hoy está arriba puede caer y ser desplazado si no se adapta.
-¿Y cómo ve al país para sumarse a esa tendencia, que luce irreversible y categórica?
-Primero hay que estabilizar la economía porque, de otra manera, no existe manera de atraer a las inversiones. Segundo, debe existir un orden jurídico que debe dejar de obstruir. El mundo inversor requiere dinamismo y el sistema debe permitir autonomía a los particulares. Se necesita flexibilidad laboral y más agilidad en las normas impositivas. Un sistema jurídico que obliga a pedir permiso para todo es incompatible con el avance mundial que estamos hablando.
Lo tercero es que se requiere un aliento a la inversión privada, que hoy resulta bajísima: del 13% del PIB. En el mundo, el promedio es del 24% del PIB. Nosotros apenas tenemos la mitad. Necesitamos financiamiento y un Estado más chico que le deje espacio a las compañías.
El punto adicional: se necesita apertura de la economía para asegurar el acceso a la tecnología. Estoy hablando de falta de tratados de libre comercio con terceros mercados. Sin eso, no habrá mayor inversión extranjera. Como puede ver, hay un combo de varios factores. Y mientras no ocurra, lo que vemos es la descapitalización del país.
-De todas maneras, hay algunas cosas que usted plantea que en la Argentina parecen incompatibles para los tiempos que vienen. Un solo ejemplo: el cepo se mantendrá y no sabemos hasta cuándo porque nos hemos quedado sin dólares…
-Si se ordena la macro, con un sector público financiable, más chico, no tendríamos estos problemas. ¿Por qué a la Argentina le faltan dólares? Si en el mundo, la inversión extranjera creció 400% desde que empezó el siglo, y acá apenas se expandió 2%, eso quiere decir que nos estamos perdiendo divisas de inversión extranjera que van a otros lados.
En el mundo, el comercio internacional creció 25% en los últimos diez años mientras en la Argentina decreció 8%. Por no ser competitivos, no exportamos. No es que preciso cepo porque me quedé sin dólares. No tengo dólares porque hice las cosas mal.
-¿Tenemos herramientas a mano para cambiar el rumbo en el corto plazo? Insisto en que algunas medidas, como el control de capitales, se va a mantener en el corto alcance.
-Si se presenta un programa de ordenamiento fiscal, con metas, que genere confianza, con una tendencia al equilibrio fiscal dentro de tres años -y que cuente con el apoyo de un organismo internacional. Si además se incluyen cambios tributarios que dejen atrás el sistema tan gravoso como el actual, no vamos a necesitar el cepo.
-Hasta que, eventualmente, la Argentina llegue a un escenario como el que planea, ¿los capitales nacionales pueden aportar para el desarrollo?
-Los capitales argentinos responden a la misma lógica. Fíjese que los argentinos compran dólares y los sacan del sistema. Tenemos u$s350.000 millones afuera. Nuestra tasa de ahorro es bajísima, de alrededor del 15% del PIB. ¿Por qué sucede esto? Porque cada vez que confió, lo estafaron. Ya sea un default o un corralito. Por eso hay que tratar al argentino como al extranjero.
Debemos ir hacia un ordenamiento general, con un equipo muy creíble. Y alentar al desarrollo de la tecnología y el conocimiento productivo. En el mundo de hoy se privilegian las patentes, los royalties, la generación de propiedad intelectual, toda esa innovación de la que la Argentina no participa. Hoy la economía es conocimiento intensiva. Cuando se ordene lo macro hay que alentar las inversiones del conocimiento. Ese es el camino.
Fuente: Iprofesional