Libre comercio con EE.UU.: la tensión en Mercosur y el impacto económico para Argentina.

La agenda económica nacional retoma el debate sobre un posible acuerdo comercial entre Argentina y Estados Unidos, que reabre interrogantes clave sobre su impacto real en la estructura productiva, la balanza comercial y la inserción internacional del país. Esta iniciativa bilateral, que podría incluir desde una flexibilización arancelaria hasta un tratado de libre comercio, genera expectativas y desafíos para diversos sectores productivos y la política económica argentina.

Las señales emitidas en los últimos meses desde Washington y Buenos Aires han encendido la expectativa de un acercamiento económico más profundo entre Argentina y Estados Unidos. Para diversos analistas, esta sintonía podría allanar el camino hacia un inédito tratado de libre comercio, redefiniendo las reglas del intercambio internacional de nuestro país.

Sin embargo, el economista Germán Rollandi, especialista en comercio exterior, invita a la cautela y a revisar las condiciones actuales antes de proyectar un acuerdo de tal envergadura.

Barreras arancelarias y el objetivo de la flexibilización
Rollandi subraya que, antes de pensar en un tratado ambicioso, es crucial recordar las restricciones comerciales ya impuestas por Estados Unidos este año. El país norteamericano aplica un arancel base del 10% a la mayoría de las exportaciones argentinas, cifra que asciende al 50% para las ventas de acero y aluminio, rubros estratégicos para nuestra balanza comercial. En este escenario, la prioridad argentina, según el economista, sería «revertir parcialmente esas barreras y avanzar en una flexibilización arancelaria, más que en un tratado amplio».

El primer objetivo, explica Rollandi, radica en recuperar la competitividad perdida frente a estos nuevos gravámenes. Esto implicaría «negociar concesiones recíprocas» que permitan, por un lado, ampliar la presencia de productos nacionales en el mercado estadounidense y, por el otro, habilitar selectivamente ciertas importaciones provenientes de Norteamérica.

Sectores productivos: oportunidades y puntos sensibles
El análisis sectorial de un potencial acuerdo revela un mapa heterogéneo para la economía argentina. Rollandi identifica grandes oportunidades en los bienes que actualmente exportamos a Estados Unidos, como petróleo, oro, aluminio, miel, limones y vinos. «Ahí están las mayores posibilidades», sostiene. También vislumbra un potencial significativo para ampliar cupos de carne, incorporar cortes premium, y potenciar rubros de alto valor agregado en la agroindustria, como lácteos y quesos. Además, sugiere extender la presencia de frutas, sumando peras, manzanas y uvas al actual éxito de los limones y el sector vitivinícola. El economista añade que existe un gran margen para el desarrollo en minería, con el litio y el cobre a la cabeza, así como en servicios profesionales y de software, donde Argentina ha demostrado una inserción creciente.

Sin embargo, el especialista advierte sobre los sectores que quedarían más expuestos. La industria automotriz y de autopartes, por ejemplo, sufriría una competencia difícil ante una apertura excesiva, lo que podría alterar la dinámica interna del Mercosur. Similar panorama se presenta para textiles, calzado y electrodomésticos, rubros intensivos en mano de obra local que podrían enfrentar productos asiáticos reexportados desde EE.UU. Otro punto sensible sería la propiedad intelectual, especialmente en semillas y medicamentos, donde Estados Unidos insistirá en mayores garantías, lo que podría generar tensiones en áreas donde la normativa argentina ha sido tradicionalmente más restrictiva.

El rol del Mercosur y la estrategia regional
Una de las principales limitaciones para la firma de un tratado bilateral de libre comercio con Estados Unidos reside en la propia estructura del Mercosur, que restringe la capacidad de sus miembros para negociar acuerdos comerciales por fuera del bloque. No obstante, Rollandi recuerda una flexibilización clave habilitada en junio de este año: «Brasil y Argentina pueden liberar hasta 50 posiciones arancelarias adicionales del arancel externo común, con plazo hasta 2028».

Esta ventana permite a Argentina negociar con Estados Unidos concesiones específicas sin infringir las reglas del bloque regional. Sin embargo, el economista aclara que «un tratado amplio sigue siendo complejo mientras sigamos dentro del Mercosur», enfatizando la necesidad de una estrategia que contemple el marco de integración regional.

Trasfondo geopolítico y foco en inversiones directas
Más allá de los aspectos técnicos y comerciales, el acercamiento bilateral con Estados Unidos no puede analizarse únicamente desde la economía, según Rollandi. En su lectura, la administración estadounidense busca «recomponer su influencia en América Latina» ante el avance de China en la región. Argentina emerge como un socio estratégico no solo por sus recursos naturales y su capital humano, sino también por la afinidad política actual entre ambos gobiernos.

Para el economista, el interés norteamericano trasciende la balanza comercial: «El objetivo de fondo es promover inversiones directas en sectores clave como energía, minería y tecnología». Este flujo de capital podría ser el verdadero motor de un nuevo vínculo, impulsando el desarrollo de la matriz productiva.

El dilema estratégico y la clave del diseño
El futuro de este acercamiento plantea a Argentina una definición crucial: «decidir si apuesta por un modelo centrado en minería y agro, o si busca diversificar su estructura productiva», señala Rollandi. En esta elección residirá gran parte del éxito o fracaso de cualquier acuerdo. El especialista insiste en que el país debe encontrar un equilibrio pragmático: «No podemos romper con el Mercosur, pero tampoco permitir que sea una traba para abrirnos al mundo. El desafío es negociar sin perder soberanía económica ni capacidad industrial».

Actualmente, el comercio con Estados Unidos presenta un déficit para Argentina, pero conserva un alto peso estratégico al ser uno de los tres principales destinos de exportación, junto con Brasil y China. «Aunque logremos una rebaja de aranceles, esa tendencia no cambiaría de inmediato», admite Rollandi. Un eventual acuerdo comercial con Estados Unidos representa una oportunidad inédita de inserción internacional para Argentina, pero también encierra el riesgo de una excesiva concentración productiva y dependencia tecnológica.

La clave estará en el diseño: si se privilegian las inversiones productivas que generen valor agregado y se protegen los sectores más vulnerables de la industria nacional, la flexibilización comercial podría convertirse en un verdadero motor de desarrollo para el país.

por María José Valdéz