Las cuatro enseñanzas para que progrese el comercio internacional en el país.
Algunos de los economistas más influyentes del mundo se han ocupado de intentar descifrar los patrones del comercio mundial a través de teorías. Éstas nos pueden ayudar a pensar alguna vez un plan exportador serio e independiente del color político de turno.
1- Modelo ricardiano: aporta la idea esencial de la ventaja comparativa. Un ejemplo (ya desactualizado): el PBI per cápita actual de la Argentina se acercaba a los US$10.000 en 2019, según las mediciones del Banco Mundial. Del otro lado del mostrador un estadounidense produce más de US$60.000 anuales, y un canadiense US$46.200.
Sin embargo, la Argentina exporta maquinaria agrícola a Canadá (segundo comprador detrás de Brasil) y ha hecho lo propio con biodiésel a EE.UU. (hoy castigado con derechos antidumping). Supimos construir cierta ventaja comparativa que nos permite exportar con mayor valor agregado (la premisa fundamental de David Ricardo es que para exportar no necesitás ser el más productivo sino tener un costo de oportunidad menor). Primer enseñanza: debemos construir ventajas comparativas para exportar más.
2- Modelo de Heckscher Ohlin: Predice, por ejemplo que la Argentina, un país abundante en tierra (tiene cerca de 15 habitantes por km2 cuando China por ejemplo tiene 145 y la India, 395), cuenta con importantes exportaciones en bienes intensivos en este recurso.
Según las últimas estadísticas relevadas por las Naciones Unidas (2017/2018), somos primeros exportadores mundiales en torta de soja (más de 28 millones t), aceite de soja (4,9 mill. t), premezclas (2,1 mill. t) y maní preparado (373.000 t); segundos en miel (70.000 t) y yerba mate (31.000 t); terceros en maíz (más de 20 millones t), soja (7,4 millones de toneladas), torta de girasol (820.000 t) y aceite de girasol (758.000 t); cuartos en harina de trigo (722.000 t); quintos en cebada (2,5 mill. t) y limones ( 241.000 t); séptimos en trigo (7,9 millones de t) y décimos en carne vacuna deshuesada (203.000 t).
Además, en muchos de ellos está nuestro país está entre los principales productores mundiales. Segundos en yerba mate, terceros en soja, torta de soja, miel y porotos de soja, cuartos en lima y limones, trigo y aceite de soja.
Segunda enseñanza: el campo no es un enemigo y podría proveer aún de más divisas al país si incrementáramos estas exportaciones agregando valor. Como ejemplos puedo nombrar a Japón, que hace chapa automotor a partir de la soja, o Canadá con sus decenas de variedades de trigo genéticamente mejorado.
3. Modelo de factores específicos: nos enseña que un país muchas veces no abre las importaciones de los bienes que no le conviene producir, por efectos sectoriales nocivos en el corto plazo. En el modelo de Ricardo no hay perdedores, los países y todos los individuos ganan. Pero en la práctica, no. Como ejemplo, como país no deberíamos centrarnos en el ensamble de algunas tecnologías en el sur, toda vez que es un sector donde no tenemos ni cerca ventaja comparativa y se encarece el precio de la tecnología como insumo para las restantes industrias y para los consumidores.
Se inició un proceso de eliminación gradual de impuestos internos (decreto 979/2017) y se eliminaron aranceles a tecnológicos (decreto 117/2017). Si de un día para el otro hubiésemos hecho esto, ¿qué hacen al día siguiente los empresarios y cerca de cinco mil trabajadores del sector? No es otra cosa que lo que explicaban Samuelson (Nobel de Economía) y Jones en su modelo de factores específicos.
Tercera enseñanza: debemos tener un plan donde el país vaya progresivamente hacia donde más le conviene. Lograr de alguna manera compensar a los sectores que deben reinsertarse en sectores exportadores para un beneficio agregado superior (planes de desempleo y formación).
4- Modelo estándar: Este modelo, como su nombre lo indica, es un modelo tipo, que considera a los anteriores como casos especiales. Nos permite ver por ejemplo, cómo los subsidios europeos a las exportaciones de bienes agrícolas pujan a una mayor oferta mundial y caída del precio internacional (algo que por nuestro perfil agroexportador nos perjudica notoriamente en la relación de intercambio e incluso en el PBI).
Cuarta enseñanza: cuánto podemos comprar con cada dólar exportado, depende en la Argentina mucho del sector agrícola. Nuevamente, debemos generar un plan para que el valor de nuestras exportaciones dependan cada vez menos de los productos primarios. Aunque parezca mentira, la Argentina finalizó el siglo XIX como la economía más desarrollada del planeta, teniendo en cuenta el PBI per cápita de los años 1895 y 1896, relevados por el Proyecto Maddison, que da vida a estadísticas económicas históricas en el seno de la Universidad de Groningen (Holanda).
El mundo de aquellos años era dominado por el comercio de productos primarios, pero éste mundo lo es por las manufacturas, que representan más del 50% del comercio global. Y Paul Krugman (Nobel de economía), afirma que el mundo próximo será dominado por los servicios. Qué alguien me explique: ¿qué hacemos gravando servicios con derechos de exportación desde el año pasado?. Servicios, especialmente los asociados al agro y biotecnología son rubros dentro de los que debemos crecer como país.
En la Argentina, somos rehenes del presente eterno. Los Auténticos Decadentes» en «Siempre Igual» cantan: siempre se vuelve a escuchar una vez y otra vez y millones de veces las mismas historias, distintas versiones, de los mismos cuentos con alteraciones.
Tenemos que escribir una historia nueva..
Por: Diego Dumont
Fuente: La Nación