Eliminar las trabas que afectan las exportaciones de los vinos.

Si bien en el 2022 las exportaciones de vino comenzaron a evidenciar una drástica reducción, fue el año pasado cuando registraron una caída del 31,7% respecto del año anterior. Una tendencia que en lo que va del 2024 no ha logrado recuperarse, marcado una reducción adicional del 15% que preocupa por su disminución continua.

Son numerosos los factores que han incidido y que están incidiendo en esta caída de las exportaciones, pero a lo que más se le atribuye el fenómeno es a la gran cantidad de requisitos y exigencias que los exportadores deben cumplimentar para poder sacar sus productos al exterior. Desde hace tiempo se viene reclamando una simplificación del sistema, en lo que el Gobierno nacional deberá avanzar lo más rápido posible si se quiere dar un impulso a las exportaciones de este sector y recuperar los niveles antes de la pandemia en que estaba mejor posicionado, con un mercado que prácticamente era el doble del que existe actualmente.

Dentro del ranking mundial de los países considerados como mayores exportadores de vinos que encabeza Francia, hay dos países latinoamericanos que se ubican en los diez primeros lugares. Ellos son Chile y Argentina, que el año pasado exportaron 1.411 y 603 millones de euros, respectivamente. Una cifra que asombra especialmente porque Chile lleva la delantera respecto de Argentina, con una diferencia que se ha logrado no sólo por la calidad de los productos, que compiten muy estrechamente, sino por las condiciones de comercialización y, especialmente, por las facilidades en el proceso de exportación de este producto que coloca a Chile en mejores condiciones que la Argentina.

Para exportar desde nuestro país hay una gran cantidad de gravámenes a los que hay que dar cumplimiento empleando tiempo y recursos que luego hacen que las exportaciones no sean tan rentables como deberían serlo.

Además de tener que pagar algunos tributos como el IVA, Impuesto País, Ingresos Brutos y Derechos de exportaciones, todo exportador debe estar inscripto ante la Afip-DGA y el INV (Instituto Nacional de Vitivinicultura). También se debe dar cumplimiento con la operatoria de declaración de exportaciones que se encuentra dentro de la Ventanilla Única de Comercio Exterior Argentino (VUCEA), integrando los controles tanto de la Aduana como el INV. Otra exigencia es la declaración aduanera, comúnmente llamada “Permiso de embarque”. De esta manera son muchas las exigencias que marcan una gran diferencia con otros países donde los sistemas son menos complejos, con menos burocracia y una más efectiva manera de hacer los despachos aduaneros con destino a la exportación.

En momentos en que se habla de liberar y simplificar todos los sistemas, la exportación de vinos sigue afrontando estos inconvenientes que están incidiendo negativamente en un mercado externo que cada vez se reduce más y que, mientras más tiempo pase, se hará más difícil recuperar.

Fuente: Diario de Cuyo