El superávit comercial cae un 25% en mayo y suma presión al control de importaciones.
Los resultados del comercio exterior en los primeros cinco meses del año no son los más alentadores de cara a la necesidad del Gobierno de acumular reservas. A pesar de que las exportaciones siguen creciendo a niveles récord, las importaciones lo hacen a un ritmo mucho más alto, afectando la capacidad del Banco Central de retener dólares. Estimaciones privadas indican que en mayo el superávit comercial habría caído un 25% respecto de igual período del año pasado.
«Esperamos que el dato de exportaciones mantenga el buen nivel que se viene observando (alrededor de u$s8.100 millones) traccionadas principalmente por los componentes de productos primarios y Manufacturas de Origen Industrial (MOI), los cuales vienen acumulando un buen desempeño en el año», estimó la consultora LCG en un su último informe semanal.
Por el lado de las importaciones, la consultora plantea que las compras siguieron mostrando “niveles elevados en torno a los u$s$6.900 millones, impulsadas por una mayor dinámica en combustibles y bienes de capital e intermedios». De ese modo, LCG calcula que el resultado “rondará los u$s1.200 millones, implicando una caída del 25% año contra año». En los primeros cinco meses. las exportaciones sumaron algo más de u$s$35.600 millones en tanto que las importaciones unos u$s31.700 millones. Con ello el superávit de la balanza comercial se ubicaría cerca de los u$s3.900 millones entre enero y mayo. El dato preciso se conocerá este miércoles cuando el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) dé a conocer el dato de la balanza comercial para mayo.
En ese contexto, no se descarta que el Gobierno decida profundizar el cepo sobre las importaciones, algo que, no obstante, el ministro de Economía, Martín Guzmán, descartó. El titular del Palacio de Hacienda salió a desalentar rumores de que se podrían aplicar mayores restricciones a los pagos en dólares con tarjetas de crédito. En rigor, es algo poco probable que ocurra por cuestiones fiscales. El denominado Impuesto PAIS, que se le cobra a las personas que compran divisas para atesoramiento o que hacen consumos en el exterior, registra un incremento de la recaudación 330% con un total de $24.000 millones y en la adecuación del presupuesto que se realizó por Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) la semana pasada, se prevé un ingreso extra este año de $74.000 millones.
Lo que sí puede ocurrir es que presionado por la necesidad de cumplir la meta de acumulación de reservas en lo que resta del año, el ahora ministro de Desarrollo Productivo, Daniel Scioli, decida intensificar los controles sobre las importaciones.
Un informe de la consultora Sarandí, que dirige el economista Sergio Chouza, desarrolla la hipótesis de que el nivel de importaciones actual es incompatible con el de la actividad, y lo explica en función de un sobre-stockeo de insumos que estarían llevando a cabo las empresas para cubrirse de una eventual devaluación. “Si se recortan importaciones hasta niveles compatibles con el nivel de actividad actual, se podrían reducir aplicaciones por u$s13.500 millones en año, equivalentes a u$s1.125 millones mensuales”, plantea la consultora. El trabajo indica que “si se redujeran pagos por servicios (algunos sobrefacturados) y se acotara la formación de activos externos (FAE) de personas humanas, la cifra de ahorro potencial podría escalar hasta los u$s16.300 millones, o sea u$s1.360 millones mensuales”.
En cambio, el Instituto de Investigaciones Económicas para la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) advierte que el mayor cierre de las importaciones podría tener un efecto contrario al esperado. La explicación es técnica. “En el plano contable, la cuenta corriente positiva del balance de pagos, surge de exportaciones de bienes y servicios que superen a las importaciones. Pero, en términos económicos, ese superávit depende de que los ahorros totales domésticos se ubiquen por encima de la tasa de inversión. Aunque por contabilidad creativa se cumpla con los límites previstos para el déficit fiscal, si hay exceso de gasto público, menor ahorro y atraso cambiario, las consecuencias macroeconómicas no podrán evitarse”, explica el IERAL.
Fuente: Ámbito