Durante el Santa Fe Business Forum, en la ciudad de Rosario, el secretario de Comercio, Pablo Lavigne, dejó algunas definiciones relacionadas con su cartera. Durante “el evento de comercio exterior más grande la Argentina”, como lo describen autoridades de la provincia, Lavigne cerró una jornada intensa donde fue protagonista de la inmensa ronda de negocios inversa entre 200 empresarios que llegaron del exterior y unas 1000 empresas argentinas.
“La buena noticia es que nadie conoce al secretario de Comercio de la nación. Esto habría sido impensado hace un año. Que nadie te pare, que nadie te pida nada, como por ejemplo una SIRA”, arrancó el funcionario durante su ponencia. “La función de la secretaria de Comercio es la intrascendencia. Cada vez que hay una regulación, embroman al que no está sentado en la mesa, que es el consumidor. Es el más débil. ¿Qué estamos haciendo nosotros? Que sean los 47 millones de argentinos los que den señales de precios y no un funcionario. El valor lo genera cada uno en la interacción con los clientes”, agregó el titular de la cartera de Comercio.
“El año que viene la intervención de la Secretaría de Comercio en los trámites del comercio exterior será cero”, aseguró. “No hay licencias, no hay SIRA. No hay más reglamentos técnicos que se revisen en la Secretaría de Comercio. Estamos pasando de 140.000 trámites de regulaciones técnicas en 2023 a cero trámites de comercio. Queremos que fluya. Esto se verá reflejado en los precios, en los insumos, que tienen que valer precio internacional”.
Hizo referencia a “sacar el peso al Estado” y luego dijo: “Todo lo que se produce en la Argentina se va a arreglar entre la certificadora y el productor local, como hacen todos los países normales”, definió.
Dio algunos ejemplos sobre las dificultades que encontró en algunos productos. “Es muy difícil importar anteojos de sol en la Argentina porque hay muchas regulaciones, pero el 75% de los a anteojos eran de contrabando. Además, en pocas semanas vamos a derogar la resolución técnica de bicicletas. Homologar una bicicleta la Argentina tiene más ensayos que un auto. Es un sinsentido”. “¿En qué nos vamos a meter?”, se preguntó. “En acuerdos comerciales, en incentivos para el comercio, en la baja de aranceles. Con regulaciones excesivas no se puede comerciar. Se refirió también a la defensa de la competencia como amortiguador de excesos.
También contó con qué se encontró cuando asumió en el Estado. “Todo el sistema era raro. Lo que más sorprendió es la matriz. No se confiaba en que los consumidores eligen los precios”.
En diálogo con LA NACION, habló sobre qué es lo que falta para poder abrir la economía sin lastimar a la producción local, agobiada todavía por problemas de competitividad, costos logísticos, costos laborales no salariales e impuestos, entre otros. “Se puede empezar a competir relativamente de manera sana. Los aranceles del Mercosur todavía son altos, los fletes son altos, hay barreras. La desregulación va a ayudar más al producto local que al importado”, dijo.
“El 80% de lo que importa la Argentina son insumos que van a la producción. Lo que estamos haciendo es facilitándole la vida al productor local, especialmente al del interior y especialmente al de la pyme. El tema laboral está encaminado, hay una pequeña reforma, y el tema impositivo está mejorando, pero lo más relevante es la estabilidad que está dando el equilibrio fiscal”.
Con respecto a la herramienta de abrir la importación cuando suben los precios, dijo a modos de ejemplo: “Nos pasa algo en particular con el pan lactal en la Argentina, porque es el más caro del mundo. Es tal la distorsión que la Argentina comenzó a importar pan de Brasil con trigo argentino. Nos duele. Habrá un nuevo competidor que va a poner presión a la baja de ese producto. En una economía libre son los consumidores los que van eligiendo”.
¿Va a dejar de ser la Argentina un país caro? “No es un país caro en todo. En el promedio, la Argentina está en la mitad de la tabla”. Con respecto a la posibilidad de devaluar, aseguró que “la Argentina está en camino hacia una convergencia, no creemos en el atajo devaluatorio. Cuando uno hace la tarea a uno le va bien y cuando se compite con el resto del mundo se genera valor”.
Fuente: La Nación