Brasil saca provecho de la coyuntura argentina e incrementa sus exportaciones de harina y de aceite de soja.

Brasil saca provecho de la coyuntura argentina e incrementa sus exportaciones de harina y de aceite de soja.
Mientras se sigue analizando en la Argentina un tipo de cambio diferencial para que los tenedores de soja la vuelquen sobre el circuito comercial, Brasil, el principal proveedor mundial de la oleaginosa, está usufructuando la firme demanda internacional de subproductos y gana participación en los mercados externos de harina y de aceite de soja, rubros que son liderados por la oferta argentina, pero que en lo que va del año reflejan exportaciones menores a las de 2021.
Según cifras del Indec, durante los primeros siete meses de 2022 la Argentina exportó harina y aceite de soja por 15,31 y por 2,69 millones de toneladas, volúmenes inferiores en un 9,1 y en un 28,6% a los 16,84 y a los 3,77 millones de toneladas de igual segmento del año pasado, respectivamente. La vigencia de valores más altos en el mercado internacional para estos productos enmascaró el impacto de las menores ventas en el ingreso de divisas. Tanto fue así que las ventas conjuntas de harina y de aceite posibilitaron ingresos en el período citado por US$11.503.084.145, un 0,4% más que los US$11.460.041.584 de igual período de 2021.
Según cifras de la Secretaría de Agricultura de la Nación, durante los primeros siete meses de 2022 las fábricas procesaron 23.563.992 toneladas de soja, un 9,18% menos que las 25.945.247 toneladas de igual segmento de 2021.
Como contracara, en Brasil, según datos del Ministerio de Economía durante los primeros seis meses de 2022 las ventas externas de harina y de aceite de soja sumaron 10,41 y 1,27 millones de toneladas y fueron mayores en un 28,4 y en un 64,9% a los 8,11 y a los 0,77 millones de toneladas exportados en el primer semestre del año anterior, respectivamente. Las ventas conjuntas de estos productos le generaron al país ingresos por US$7.306.944.000, un 65,7% más que los US$4.409.829.000 de igual segmento de 2021.
En ambos países la cosecha 2021/2022 fue inferior a la anterior, con una caída de 46 a 44 millones de toneladas para la Argentina y de 138,15 a 124,05 millones para Brasil.
“Las exportaciones más débiles de la Argentina en los primeros meses de 2022 y el aumento de la demanda internacional de aceite y de harina de soja de Brasil hicieron que las primas de exportación brasileñas se elevaran en un momento en que las cotizaciones ya eran altas en Chicago (primer semestre de 2022). Esa combinación de valores en alza y mayores primas de exportación incrementaron los márgenes de la molienda, situación que alentó a la industria a reducir la capacidad ociosa y a triturar más soja para abastecer la demanda externa de harina y de aceite”, explicó a LA NACION desde Curitiba, Daniele Siqueira, analista de mercados de la consultora AgRural.
Agregó que el aumento de las exportaciones de subproductos de la soja se vio favorecida también por un menor consumo doméstico. “La demanda interna hoy es menor, en aceite, por la reducción de la mezcla de biodiésel a B10, cuando deberíamos estar en B14 (a mediados de 2021 se ajustó la mezcla del 13 al 10%), y en harina, donde se prevé una caída del consumo interno en alrededor de un millón de toneladas para 2022, por los estrechos márgenes del sector cárnico”, señaló.
Para Ana Luiza Lodi, especialista en el mercado de soja de la filial brasileña de la firma estadounidense StoneX, si bien Brasil seguirá priorizando las exportaciones de grano de soja, en la medida que las cosechas continúen creciendo, “la molienda también experimentará un aumento año tras año y eso mejora las perspectivas para las exportaciones de harina y de aceite”.
En su último informe mensual de estimaciones agrícolas, la Compañía Nacional de Abastecimiento, dependiente del Ministerio de Agricultura de Brasil, proyectó las exportaciones de soja 2021/2022 en 75,23 millones de toneladas, por debajo de los 86,11 millones del ciclo anterior. En cambio, las ventas de harina y de aceite de soja fueron estimadas en alza, de 17,15 a 18,73 y de 1,65 a 2,10 millones de toneladas, respectivamente.
Como escollo para un mayor agregado de valor a la soja brasileña Lodi refirió cuestiones tributarias que favorecen la exportación del grano sin procesar. “En Brasil el problema no es como en la Argentina un impuesto a las exportaciones. Lo que existe, desde 1996, es la ley Kandir, que exime del impuesto sobre la circulación de bienes y servicios (es un impuesto estadual) a las exportaciones de soja en grano. Las fábricas que procesan soja comprada en otros Estados para luego exportar los subproductos deben pagar ese tributo. Tras concretar la exportación la industria recibe la devolución del impuesto en forma de créditos fiscales, pero el proceso es lento y burocrático”, contó.
Consultada sobre la chance de que Brasil le arrebate a la Argentina su posición de liderazgo en los mercados de harina y de aceite –en el ciclo 2020/2021 se embarcaron 26,92 y 5,16 millones de toneladas, respectivamente –, Lodi reiteró que la venta de poroto continuará siendo la prioridad, pero que más a largo plazo el país podría aspirar a dominar también el mercado de los subproductos. “Como la producción de soja está muy concentrada en pocos países y esos países también tienden a ser grandes exportadores de los derivados de la molienda, en caso de una caída en la participación argentina Brasil sí podría fortalecer su presencia en los mercados de harina y de aceite”, elucubró.
En opinión de Siqueira, si la demanda internacional de subproductos se mantiene firme, al punto de sostener los márgenes de la molienda en niveles elevados, “es posible que el país incremente sus exportaciones. Como fortalezas de cara a ese objetivo se destacan el hecho de que Brasil tiene la posibilidad de ampliar el área sembrada con soja en muchos miles de hectáreas en los próximos años, además de la ausencia de un impuesto a las exportaciones y un entorno más amigable para las inversiones. No obstante, no creo que Brasil logre reemplazar a la Argentina en un futuro próximo como mayor proveedor mundial. Primero, porque el consumo interno de harina y de aceite es fuerte, por caso, desde la generación de empleos e ingresos, el país prefiere exportar más carne que harina. Y segundo, porque necesitaríamos inversiones importantes para expandir una capacidad de molienda que ronda los 58 millones de toneladas”.
Añadió que además de favorecer las mayores ventas de subproductos, el estancamiento de la producción de soja en la Argentina y la caída de las exportaciones del grano sin procesar “dejan a Brasil como prácticamente la única opción de origen de soja durante la temporada baja de Estados Unidos, con un impacto positivo en nuestras primas de exportación”.
Pocas semanas atrás China habilitó las importaciones de harina de soja de Brasil, más allá de que, de momento, no se prevén operaciones. “Si China decidiera convertirse en importador de harina de soja y no solo del grano, entonces sí podría haber un estímulo extra a la producción y a la exportación de ese subproducto”, dijo Siqueira.
La competencia se da por los mismos mercados
En las relaciones comerciales suele destacarse como un activo la confianza entre las partes. Incumplimientos o incertezas pueden hacer que un comprador pierda la paciencia y salga en la búsqueda de un vendedor que logre cumplir en tiempo y en forma sus necesidades. Este es el riesgo que corre la Argentina frente al crecimiento de las exportaciones de harina y de aceite de soja de Brasil, sobre todo porque los mercados hacia los que van los productos brasileños son los mismos a los que viene “atendiendo” la Argentina.
“La relación entre Brasil y la Argentina en el complejo sojero tiene un componente competitivo, ya que estamos hablando de productos que compiten por mercados muy similares, Por otro lado, las cosechas se dan en una ventana de tiempo cercana y también hay una logística próxima (puertos del arco sur)”, explicó a LA NACION Daniel Amaral, economista jefe de la Asociación Brasileña de la Industria de los Aceites Vegetales (Abiove).
Según las estimaciones de esta entidad, en 2022 las exportaciones de harina y de aceite de soja brasileñas aumentarán un 8,1 y un 30,3%, respectivamente. “Este crecimiento se debe especialmente a un mercado internacional que necesita más harina de soja para alimentación animal y aceite de para consumo humano y para la producción de bioenergía”, dijo Amaral. Añadió que la harina brasileña va a dos mercados principales: el sudeste asiático y la Unión Europea, y, en tercer lugar, a Medio Oriente, que está incrementando la producción de proteínas animales. En cuanto al aceite, los clientes van desde China y la India hasta países de África y de América.
“Esperamos que la industria brasileña siga su trayectoria de crecimiento, de manera de poder ofrecer, para el mercado interno y para la exportación, más harina y aceite de soja. Además, Brasil mejoró significativamente su logística de exportación. Todo esto trae oportunidades. Es importante que Brasil y el Mercosur continúen trabajando para abrir mercados”, dijo el economista.
Contó que en los últimos 10 años la capacidad de procesamiento de soja en Brasil creció de 52 a 58 millones de toneladas. “La molienda en 2021 fue de 47,70 millones de toneladas (en la Argentina alcanzó los 42,43 millones), lo que dejó una ociosidad de alrededor de 10 millones de toneladas y para 2022 estimamos un volumen procesado de 48,60 millones”, explicó.
El lunes pasado Abiove proyectó la producción de soja de Brasil en la campaña 2022/2023 en 151 millones de toneladas y el presidente de la entidad, André Nassar, calculó la molienda de 2023 en 49,20 millones de toneladas.
“Actualmente no existe en Brasil una política oficial específica para elevar el procesamiento de soja. Lo que sí existe son acciones que tienden a fortalecer la presencia de la soja y de sus subproductos en el mercado interno y externo”, aseguró Amaral.
Según Siqueira, si bien no existe un plan coordinado para ampliar la molienda de soja brasileña, es algo que debe tenerse en cuenta. “Incluso si China importa más soja en 2023, los volúmenes demandados por los chinos no parecen tener mucho espacio para crecer al ritmo que lo hicieron en el pasado. China fracasó en sus intentos por alcanzar la marca de los 100 millones de toneladas al año. Al mismo tiempo, Brasil no deja de expandir el área plantada. Si el clima coopera, en la campaña 2022/2023 la cosecha brasileña de soja podría alcanzar los 150 millones de toneladas. Por tanto, si queremos seguir ampliando la producción (y lo haremos), habrá que buscar una mayor cuota de mercado en otros destinos e incrementar la molienda para elevar el consumo y la exportación de harina y de aceite de soja”, concluyó la analista.
Fuente: La Nación