Las condiciones internacionales de la reinserción argentina

El Gobierno argentino anuncia repetidamente su propósito de recuperar inserción económica internacional.
Enhorabuena. Argentina es un país que exporta poco (58.428 millones de dólares en 2017, lo que implica menos de un tercio de lo que exporta Brasil, una séptima parte de lo que exporta México y también menos que lo que exporta nuestro vecino Chile) y que ha perdido en los últimos tiempos relevancia global: hace 70 años generaba 2,8% de las exportaciones mundiales y hoy solo 0,32% del total.

También es un país que accede a poca inversión extranjera directa. El año pasado (mejorando en la materia) recibió 11.517 millones de dólares y se ubicó así como cuarto receptor en la región con menos de 7% del total ingresado en Latinoamérica y el Caribe. Pero desde que se inició la década recibió 500 mil millones de dólares menos que Brasil, 160 mil millones menos que México, 78 mil millones menos que Chile y 33 mil millones menos que Colombia.

No son pocos los que aseveran que el mundo ha abandonado sus tendencias globalizantes y se apresta al proteccionismo, y ven difícil esa reinserción externa. Pero conviene advertir que, pese a discursos disruptivos, lo cierto es que el comercio internacional en 2017 creció en el mundo 4,7% (el mayor crecimiento en 6 años) y se pronostica que crecerá 4,4% en 2018. Más aún: pese a que Estados Unidos aparece con un discurso nacionalista, la realidad es que su comercio crece y hasta sus importaciones en el primer cuatrimestre de 2018 fueron de 775 mil millones de dólares, el nivel más alto en muchos años (9% mayor que en el primer cuatrimestre de 2017). Y, en una muestra de tacticismo según la ocasión, mientras avanza con restricciones a importaciones provenientes de China, a contrario sensu acaba de acordar un nuevo tratado comercial con México y hace algunas semanas convino con la Unión Europea iniciar el trabajo para reducir a cero los aranceles y las barreras no arancelarias al comercio entre ambos.

Esto ocurre mientras la propia Unión Europea firmó hace semanas el mayor tratado de libre comercio del mundo con Japón, a la vez que 44 países africanos han celebrado un acuerdo de libre comercio entre ellos, y también los 11 miembros del TPP celebraron el pacto nuevo (sin Estados Unidos).

El mundo no se está cerrando sino que ha iniciado un proceso de complejización de relaciones económicas internacionales, que para algunos pasaron de ser una meta a ser un componente de relaciones estratégicas. El nuevo bipolarismo (Estados Unidos-China) es hijo del cambio de prioridades: el posicionamiento de las potencias sobre relevantes herramientas como empresas globales, liderazgo en innovación y conocimiento tecnológico, redefinición de instrumentos antes domésticos (como en el programa «One Belt One Road» chino, que ha incluido un plan de obras de infraestructura trasnacionales) y búsqueda de una nueva geoeconomía (que es lo que explica el plan pos Brexit: nuevas alianzas en el mundo después de las «viejas» en la rígida Unión Europea). Como consecuencia, estamos ante una redefinición de alianzas y la consecuente vejez de los instrumentos del siglo XX (OTAN, ONU, OMC, los tratados internacionales «solo comerciales» que ahora tenderán a ser integrales incluyendo numerosas otras materias).

En este marco, para Argentina la reinserción internacional no será solo comercial. Los vínculos entre los países hoy incluyen inversiones transfronterizas (integración de cadenas trasnacionales), alianzas externas entre empresas, desarrollo y protección del conocimiento tecnológico, respuestas políticas domésticas ante los desafíos organizacionales públicos del nuevo tipo y definición de nuevas instituciones internacionales que ya han comenzado a ser discutidas (la redefinición de la OMC forma parte del reciente pacto entre Estados Unidos y la Unión Europea).

Los tiempos del idílico «nuevo orden mundial» que anticipara G. H. W. Bush (pos Muro de Berlín) desaparecieron y el fin de la historia de Fukuyama duró poco. Un nuevo mundo con valores en pugna, instrumentos en desarrollo y geoestrategias novedosas incluye al posicionamiento económico internacional como parte de una agenda mayor.

No hay proteccionismos, hay negociaciones duras en las que los instrumentos varios existentes se usan en la búsqueda de nuevas metas.

El autor es especialista en negocios internacionales.
Fuente: InfoBae